Lucro Cesante y Daño Emergente: Las Claves Patrimoniales que Escapan a la Reclamación por Muerte en Accidente
Cuando una familia sufre la pérdida de un ser querido en un accidente de tráfico, el proceso de la indemnización por muerte es, inevitablemente, un trámite duro y confuso. Más allá de la compensación por el dolor (el perjuicio personal básico), existe un “dinero no reclamado” que las aseguradoras a menudo pasan por alto o minimizan: el perjuicio patrimonial, dividido en dos conceptos cruciales: el Daño Emergente y el Lucro Cesante.
No reclamar estas partidas de manera correcta puede suponer una diferencia de miles de euros que son vitales para el futuro económico de la familia.
1. El Daño Emergente: Más Allá del Funeral
El Daño Emergente es el perjuicio patrimonial que se produce de forma inmediata y que se puede documentar con una factura. En esencia, son los gastos directamente derivados del fallecimiento.
La Indemnización Olvidada:
- Gastos de Funeral y Entierro/Sepelio: Son los más obvios, pero es crucial guardar todas las facturas y recibos.
- Gastos de Traslado y Repatriación: Si el fallecimiento ocurrió lejos del lugar de residencia o si se requiere la repatriación, estos costes deben ser cubiertos.
- Gastos Psicológicos: La asistencia psicológica o psiquiátrica necesaria para los familiares (cónyuge, hijos, etc.) debido al impacto del siniestro.
- Gastos de Desplazamiento y Alojamiento: Los gastos en los que incurren los familiares para gestiones, trámites, o visitas hospitalarias si el fallecido estuvo ingresado.
La Ley del Baremo de Accidentes de Tráfico prevé una pequeña cantidad fija sin necesidad de justificación (Perjuicio Patrimonial Básico) para estos gastos. No obstante, cualquier gasto que supere esa cifra mínima debe estar debidamente acreditado para su resarcimiento integral.
2. El Lucro Cesante: La Pérdida del Ingreso Futuro
El Lucro Cesante es, quizás, la partida más técnica y la que genera mayores discrepancias con las aseguradoras. Consiste en las pérdidas netas de ingresos que sufren los familiares que dependían económicamente de la víctima.
A. La Víctima con Ingresos Acreditados
Si el fallecido era una persona con un trabajo remunerado (asalariado o autónomo), el cálculo se centra en sus ingresos netos.
- Pérdida de Sostenimiento: Se valora el ingreso neto anual y se proyecta a futuro utilizando unas fórmulas actuariales específicas del Baremo (Tablas 1.C). Estas tablas consideran la edad del fallecido y la edad y la relación con el perjudicado (cónyuge, hijo, padre).
- Deducción Crucial: Es imprescindible tener en cuenta que de la indemnización resultante por Lucro Cesante se deben deducir las pensiones públicas que los familiares perciben (viudedad, orfandad).
B. La Valoración del Trabajo No Remunerado (Tareas del Hogar)
Aquí radica una de las claves del dinero “olvidado”: el valor económico de la persona que se dedicaba con exclusividad (o de forma parcial) a las tareas del hogar.
El Baremo español reconoce expresamente este perjuicio, lo que supuso un gran avance social y legal. En caso de que la víctima se dedicara por completo a cuidar de la unidad familiar:
- Se asimila su trabajo a un Salario Mínimo Interprofesional (SMI) Anual como base de cálculo.
- Se tienen en cuenta factores de corrección si la unidad familiar incluye a más personas, menores de edad, o personas con discapacidad, para incrementar ese valor.
Muchas familias, por desconocimiento, asumen que solo se indemniza la pérdida de un salario formal, y pasan por alto este derecho esencial que busca compensar el coste de contratar a una persona para sustituir las tareas que el fallecido realizaba (cuidado de hijos, limpieza, gestión del hogar).
Conclusión: La Documentación es Poder
Para conseguir una indemnización por muerte justa, especialmente en lo relativo al perjuicio patrimonial, la clave reside en la documentación:
- Daño Emergente: Facturas, recibos y justificantes de todos los gastos extraordinarios relacionados.
- Lucro Cesante: Declaraciones de la Renta, nóminas, vida laboral, y cualquier documento que pruebe el ingreso neto de la víctima, o bien la acreditación de la dedicación exclusiva a las tareas del hogar.
Conocer esta letra pequeña no solo garantiza una compensación económica máxima, sino que también ofrece un soporte fundamental a las familias en un momento de gran vulnerabilidad. La ayuda legal especializada es, en estos casos, la mejor garantía para no dejar ningún euro por reclamar.